jueves, 14 de octubre de 2010

Nuestra casa

- Pues aquí tenéis vuestra casa, cuando queráis -nos dijo cortésmente nuestra amiga Eva cuando nos despedíamos, en el umbral de la puerta, tras una agradable sobremesa.
A las tres de la madrugada de ese mismo día llamamos al telefonillo de la entrada, cargados con el perro, las dos tortugas, el loro y con un camión de mudanzas lleno hasta arriba de muebles y en­seres.
Pero Eva no pareció alegrarse mucho cuando supo que teníamos la intención de que­darnos a vivir en su casa, aprovechando su gentil ofrecimiento, y menos aún cuando le informamos de que habíamos vendido la nuestra esa misma tarde porque era absurdo y muy costoso mantener dos viviendas.

© Juan Ballester

No hay comentarios:

Publicar un comentario